La conexión con esta naturaleza sabia y amable a los visitantes parece decirnos algo: pues así como el agua esculpe de a poco la piedra, para que siglos de corriente le den su forma actual, quizás en este mismo paisaje, en armonía con sus habitantes que también son uno con ella hace siglos, estas aguas transparentes reflejen, además de nuestra imagen, el carácter y cuidado de la gente chiquitana, tan generosa y amante de su tierra. Tan generosa y amable como ella.
A tan solo quince minutos de camino asfaltado desde Santiago de Chiquitos, doblamos por un desvío y comienza nuestra pequeña aventura. Quien lo desea puede seguir un poco más en auto, mientras el verde y ocre de la vegetación chiquitana nos da la bienvenida. De pronto, unas rocas anuncian el fin del viaje sobre ruedas, pero con toda amabilidad su forma ya nos invita a seguir a pie. El trayecto es hermoso y pintoresco en toda su extensión, cincuenta minutos de una caminata para nada hostil. El trayecto es tranquilo y se puede caminar con facilidad, sin preparación previa. En medio se entiende sin problema de dónde proviene el arte chiquitano, pues noble y seca madera nos abre paso por el sendero. Además, las condiciones están dadas para experimentar aquello que sucede en los buenos senderos y caminatas: el encuentro con la naturaleza, que es siempre el encuentro con uno mismo, un liviano y lindo viaje introspectivo. Al final nos esperan tres caídas de agua, canteros con agua tan transparente que dejan ver la piedra de un amarillo místico hundiéndose en sus cuatro metros de profundidad. Un final perfecto para terminar la caminata. Ideal para refrescarse y pasar una tarde en armonía con la naturaleza.
¿DÓNDE?
Indicaciones: al sur oeste de Santiago de Chiquitos, en el corazón del bosque seco Chiquitano, aproximadamente a 5 km desde la Plaza de Santiago de Chiquitos. Se llega en vehículo hasta un par de kilómetros antes, donde se puede estacionar el auto y luego una pequeña caminata de 30 minutos para llegar a las pozas.
Contacto: +591 67972993
