La travesía arranca en Roboré, a tan solo tres kilometros del pueblo de Santiago de Chiquitos. Acá inicia nuestra caminata por una subida de inclinación media. Son cuarenta y cinco minutos de amena caminata, sumergidos en un verde y rocoso paisaje para llegar al primer mirador. Quienes sacien su hambre de vista natural y aventura en este punto, les pedimos por favor que no desistan porque no saben lo que les espera en “la cola del piano”. No muy lejos, en este segundo mirador, el final de nuestro recorrido es abrumador: una meseta en altura que permite ver todo el valle alrededor nuestro en un paisaje único y espectacular. La vista se extiende y nos rodea de un extremo al otro y la mirada se nos pierde sobre un mar verde de vegetación que se funde en el horizonte. Para aquellos fanáticos del amanecer, encontrarán en el cielo una catedra sobre colores inimaginables en movimiento. Mientras el cielo cruceño agita los rojos y violetas salvajemente para definir los verdes debajo suyo, asistimos en pocos minutos a una pintura natural en movimiento con una paleta que cambia en fracción de segundos. Un espectáculo memorable.