No es descabellado pensar que las montañas de la cordillera real, tan majestuosas y omnipotentes, existan simplemente para que haya un lago en medio de las alturas. Un rastro de un mar perdido en los tiempos anteriores al tiempo. El lago es la razón de ser de las montañas.  En sus profundidades se encuentran vestigios inmaculados de tiempos futuros. En sus aguas se difuminan dimensiones y en sus islas se venera la luz. Los que nacen cerca al Lago viven en un reino profundo y victorioso, humilde por devoción,  sencillo e imposible. En el lago brillan los pequeños gestos y los brillos cotidianos del día. Como cuando las montañas aparecen en invierno con la luna redonda, como testigos inmediatos del descanso del sol, acostado en el lago.

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¿DÓNDE?

Ubicación: Lago Titicaca