Por supuesto que es una broma paceña armar la calle más turística de La Paz en plena pendiente. Es parte del atractivo turístico respirar agitado/a mientras el campanario de San Francisco se pierde entre el tumulto de gente, aguayos, poleras, accesorios y todo tipo de objeto que sea susceptible a tener una llama y las palabras La Paz en medio. La Sagárnaga es una calle turística hasta para los paceños, lo que se ve y ocurre en esas cuadras no existe en otro metro de la ciudad: una embajada callejera para toda nacionalidad, viajes, tours, comidas, iglesia abajo, brujas arriba, y en medio un mar de gente tratando de comunicarse en algo parecido al español o al inglés. En algún punto, por todo esto –sobre todo por los rostros de sorpresa de los y las que suben–, la Sagárnaga conmemora el (re) descubrimiento de La Paz, que no ha parado de dejar sorprendida y sin aliento a la gente desde su fundación.