Helado de canela recién batido en la tarde, sol de domingo entre las manos ligeramente temblorosas , sonrisa de casera mañuda perdida en los precipicios de la distancia, rumor fresco del hielo que riega las desérticas mucosas, microscópicos templos interiores que adoran la presencia de la canela y una improvisada servilleta hecha con papel del otro día. Es el bálsamo ideal para los que han roto frenos, el fin de semana.

COMPARTIR

¿DÓNDE?

Ubicación: Calle 16 de Achumani, esquina Av. García Lanza.