Ahora entendemos por qué a La Paz ya no se la denomina la hoyada sino “la ollada”, y es porque en sus laderas se está cocinando la mejor performance gastronómica de la ciudad.
con toda sinceridad –dejando todo marketing de lado–, Sabor Clandestino es una experiencia de las más excepcionales que puede tener cualquier persona en la ciudad de La Paz. Lo digo en serio, el cuidado trabajo y el sinfín de detalles a lo largo de la experiencia son excepcionales: desde los elementos visuales, los aromas, los gustos y las superficies, hasta las referencias a la ciudad y los lenguajes artísticos fusionados. Está todo, sí. Pero estos elementos por sí solos no son los que hacen que sea una experiencia única. Con todo esto la propuesta podría rayar en lo superficial, ingenioso, frío e impostado, y no hay nada más alejado de eso que Sabor Clandestino. Lo que diferencia a esta experiencia de cualquier menú por pasos es –literalmente– su corazón, su gente. Sabor Clandestino es hecho y cocinado en el interior de las laderas por sus habitantes: su gente, su historia, su identidad y sobre todo su cariño están puestos en escena y hacen de la experiencia algo único y excepcional.